El conjunto azulgrana demostró, más allá del título de Liga y de Copa del Rey, que está lejos de la excelencia futbolística. Si además no está Leo Messi, los problemas se agravan.
Un club de la envergadura del Barcelona no debería depender tanto de un único futbolista. Aunque se trate de uno de los mejores o el mejor, sobre el campo había más de 250 millones en fichajes en los nombres de Coutinho y Ousmane Dembélé. A la fórmula sin la 'Pulga' le cuesta dar resultados.
Coutinho fue de los pocos que dio la talla, al intervenir directamente en tres goles (aunque el tercero rebotó en Luis Suárez) y ofrecer cierta calidad y movilidad en ataque. Claro que lo suyo estuvo más en la finalización que en la elaboración.
Sin Messi, el Barça confirmó su falta de ideas y profundidad y careció de capacidad para dominar al adversario. Si a eso se le añade un rival está sobrexcitado, como fue el caso del Levante, puede ocurrir lo que ocurrió: que se pusiera con 5-1 en contra. Los de Ernesto Valverde remontaron porque si algo tienen es pegada.
El conjunto azulgrana funcionó a chispazos y arreone. Con Messi, el gobierno del partido suele estar asegurado. Sin él, al Barça le cuesta jugar. Gane el doblete o no.