El verano de 2016, José Mourinho convenció a Zlatan Ibrahimovic para que aterrizase en Mánchester, ávido de un nuevo ídolo que enamorase a la parroquia 'red devil' cada domingo en el Teatro de los Sueños.
Poco tardó el sueco en meterse en el bolsillo a la hinchada del Manchester United, eclipsando el regreso de Paul Pogba como el fichaje más caro de la historia del fútbol hasta el pasado mercado veraniego.
Con 35 años, Ibra exhibió en Old Trafford su competitividad inusitada, firmando 28 goles y repartiendo nueve asistencias durante los 46 partidos que disputó en un primer curso en el que alzó la Europa League.
Sin embargo, aunque fue el baluarte ofensivo de Mourinho, Zlatan no pudo participar en la final ante el Ajax que se celebró en Suecia. El delantero se rompió la rodilla ante el Anderlecht, terminando así su etapa en el United.
"Vuelvo para acabar el trabajo que empecé"
Tan talentoso como egocéntrico, Ibrahimovic anunció su regreso a Old Trafford después de que acabase su contrato en verano y, convaleciente por su grave lesión, continuase recuperándose en solitario.
Prometió guerra desde el gimnasio y Mourinho, fiel a los 'suyos', le consiguió un nuevo contrato en el Manchester United para intentar completar un trabajo que empezó en 2016 y... nunca llegó a terminar.
En su segundo curso, el sueco 'sólo' disputó siete partidos, en los que besó las mallas en una ocasión. Ausente desde el pasado 26 de diciembre, en Inglaterra se hicieron eco de un divorcio Ibra-Mou que acabó sin final feliz.