El partido de vuelta de los cuartos de final de la Champions League entre Roma y Barcelona en el Olímpico ya forma parte de una de las noches negras de la historia azulgrana. El Barça perdió de una manera un tanto inexplicable su ventaja de 4-1 y acabó abandonando por la puerta de atrás la Champions League en una campaña en la que los 'culés' aspiraban de manera muy seria al triplete.
¿Qué sucedió entonces para que se viera un equipo que fue diametralmente opuesto al de esta final de Copa? En Roma se juntaron varios factores. Italia nunca ha sido un país que se le haya dado especialmente bien al Barcelona. Los azulgranas salieron a controlar el choque e incluso dispusieron de una ocasión clara al principio en las botas de Sergi Roberto, pero el rápido gol de Dzeko precipitó los acontecimientos.
El 1-0 asustó al Barcelona como los azulgranas hicieron con el Sevilla en la final de Copa. Y el 4-1 de la ida terminó por sepultar a un Barcelona que se echó por completo hacia atrás en lugar de intentar buscar un gol que sentenciara la eliminatoria.
Aquel día, el equipo evidenció unos problemas físicos que no aparecieron ante los hispalenses. Jordi Alba, Piqué y, sobre todo, Sergio Busquets mejoraron de sus dolencias y también Iniesta continuó con la puesta a punto de sus problemas musculares, alcanzando casi un momento de plenitud de cara a la final, a la que encima los 'culés' llegaron descansados por las rotaciones de Vigo.
El marcaje férreo de De Rossi y Nainggolan a Messi en Roma tampoco encontró comparación en el Sevilla durante la final de Copa. Messi campó a sus anchas ante N'Zonzi y Banega y pudo ofrecer su mejor fútbol, ese que dejó ver sólo con cuentagotas en el Olímpico.
Para colmo, en Roma no pudo actuar Coutinho, por lo que Valverde apostó por el doble lateral. El brasileño fue una de las estrellas de la final copera, mostrando una frescura de ideas que el Barça hubiera necesitado en Italia.
Demasiados factores para un equipo que, no hay que negarlo, tuvo algo de exceso de confianza ante un conjunto que, por lo visto en los dos partidos, demostró estar varios peldaños por encima de un Sevilla que no presentó batalla.