No habrá campeón invicto en esta 2017-18. Al Barcelona, que se proclamó campeón con bastante antelación, se le ha acabado haciendo demasiado larga una Liga en la que dominó de principio a fin y en la que acabó pesando demasiado la falta de objetivos para los azulgranas tras el 'pasillo' y el 'Clásico'.
El Levante, un equipo que ha acabado con números de Europa League, metió mano al sistema defensivo de Valverde y jugueteó con una goleada al campeón. El orgullo de los del 'Txingurri', sin embargo, lo dejó todo en una honorable victoria, la primera de la temporada, ante un equipo que echó de menos en exceso a Messi.
No estaba el argentino, pero el Barcelona sí que presumió en el once inicial de su columna vertebral en el centro del campo. Sin embargo, la frescura de Iniesta, Busquets y Rakitic brilló por su ausencia y el manchego no pudo despedirse del Ciutat de València, uno de sus campos fetiche, con una actuación acorde a su temporada y a toda su trayectoria en el equipo de su vida.
Tampoco tocó esta vez ver la mejor versión de Ousmane Dembélé. El francés estuvo perdido sin Messi y acabó abandonando el campo por la puerta de atrás, sustituido por Denis Suárez cuando el Barcelona amagaba con iniciar una remontada que entonces parecía imposible.
Mina no convence
Por último, Valverde se la jugó con Vermaelen y Mina en defensa y, mientras el belga se tuvo que retirar lesionado, el colombiano volvió a demostrar que el Barcelona le viene muy grande. Suyo fue el error que desembocó en el primer tanto del Levante. Abandonó su parcela, persiguió a Morales fuera de sitio y permitió el centro del jugador granota, que fue remachado por un Boateng demasiado solo en plena área pequeña.
Hasta entonces, el Barcelona había llegado con claridad, pero el 1-0 fue una losa insuperable que acabó marcando el resto del encuentro. Los de Paco López cada vez estaban más cómodos al contragolpe, mientras el centro del campo del Barcelona, sin ayudas de Dembélé o Coutinho, parecía un juguete en manos de Morales y Bardhi, que hicieron lo que quisieron mientras les duró la gasolina.
Mediada la primera parte llegó el segundo, en una nueva acción de fuerza y calidad de Boateng, que regateó a Ter Stegen y marcó a portería vacía tras un leve intento de despeje de Semedo, retratado una vez más en el cuerpo a cuerpo en una acción decisiva.
Piqué ordena al Barça
El 2-0 ya parecía ponerle las cosas muy cuesta arriba al Barcelona, pero los 'culés' no sabían que lo peor estaba por llegar en la segunda parte. Y es que la entrada de Piqué por el lesionado Vermaelen había reestructurado a los azulgranas, que acabaron haciendo el 2-1 en un chut de Coutinho que tocó en Rober Pier y que cerraron la primera parte con el control del encuentro.
El tortazo de realidad llegaría tras el paso por las duchas. El Barcelona sacó de centro y, en la misma jugada, Jordi Alba perdió el balón y el Levante montó una rapidísima contra que acabó con un remate desde la frontal de Bardhi calcado al de Bale en el 'Clásico'. 3-1 y toda la segunda mitad por delante para buscar una remontada que aún sería más imposible sólo diez minutos después.
Fue el tiempo que pasó entre el primer y el segundo tanto del macedonio en el partido, que situó un 5-1 momentáneo -Boateng había hecho el cuarto- que tuvo al Barcelona al borde de encajar una goleada histórica.
Orgullo de campeón
No fue así por el orgullo y el amor propio de Coutinho y Suárez, que se echaron el equipo a la espalda e igualaron el encuentro con protagonismo especial del brasileño, que primero cazó un balón suelto en el área tras tiro de Dembélé y luego remató a la red una volea desde la frontal que rozó en Suárez y volvió a descolocar a Oier.
Quedaba bastante tiempo por delante para salvar un invicto que para entonces parecía prácticamente perdido y que el Barcelona estuvo a un paso de salvar tras el 5-4, anotado por Luis Suárez con 20 minutos por delante desde los once metros por un clarísimo penalti de Boateng a Busquets.
Los últimos minutos, con un Barça volcado sobre la portería del Levante incapaz de encontrar el camino al gol, volvieron a evidenciar la dependencia del Barcelona de un Messi que ya salvó una papeleta similar en Sevilla o San Sebastián. Esta vez, desde casa, no pudo ayudar a un equipo que le puso un borrón de última hora a su fantástica temporada ante el que probablemente haya sido el mejor equipo de la segunda vuelta.