Sólo son tres puntos, era un partido más... pero no. Un 'Clásico' nunca es algo baladí. Que se lo digan a los miles de aficionados blancos del mundo que hoy tendrán que aguantar a un cuñado azulgrana en la cena de Navidad. Para ellos, Messi es el Grinch que les ha estropeado las fiestas.
La Liga, la Champions, las dos Supercopas y el Mundial de Clubes eran un mensaje portentoso sobre el que dominar la cena, pero Messi se encargó de estropearlo. Porque el fútbol es un estado de ánimo y el pletórico 2017 del Real Madrid ha quedado en nada tras la imagen dejada en el Bernabéu ante el máximo rival.
2018 pinta complicado, con la Liga prácticamente resuelta, la Champions con un reto mayúsculo en octavos y la Copa del Rey como largo camino hacia el mal menor. Muy lejos de las sensaciones de un 2017 que se convirtió en el mejor año de la historia madridista.
La guinda del 'Clásico' parecía inmejorable, pero estaba envenenada. Zidane, que vende por doquier que Cristiano es el mejor jugador del mundo y de la historia, se postró ante Messi en el mismo momento que entregó la magia de Isco por las ataduras en corto de un Kovacic que cayó en la trampa del caballo de Troya. Siguió a Messi y se olvidó de que en el Barcelona hay diez futbolistas más capaces de ganarte un partido.
Del festival posterior del argentino ya se ha escrito (y muy bien por cierto). Ahora, el madridismo tendrá que hacer de tripas corazón para aguantar toda la Navidad con la bilis del 'Clásico' en la garganta. Con Benzema en la diana y Zidane en el rincón de pensar. Y con Messi irrumpiendo en las pesadillas... Bendita y maldita Navidad.