Por Ciro, por Thiago y Mateo, por Antonella y por todos los 'culés'. Messi se sacó de la chistera su enésima exhibición y puso al Barcelona de Valverde en los cuartos de final de la Champions League. El argentino agradeció el descanso de Málaga y mostró su faceta más imaginativa, técnica y hasta física para martirizar al Chelsea con su fútbol.
No fueron los ingleses el equipo tímido y defensivo que se esperaba, sino un conjunto aseado y sin miedos que jugueteó con el Barça hasta que a Leo le apeteció decidir. Da la sensación de que los de Conte juegan mejor fuera de casa, cuando actúan lejos de su afición. Y en los octavos de final así fue. El desempeño de los 'blues' fue mucho más atractivo en el Camp Nou que en Stamford Bridge.
No esperó ni tres minutos.
No se puede decir que los de Stamford Bridge no contaran con Messi, porque eso es imposible, pero seguro que no esperaban el zarpazo inicial del menudo jugador azulgrana. Messi aprovechó una combinación con Dembélé y un taconazo de Luis Suárez tras despeje de Marcos Alonso para dibujar un túnel a la gloria ante Courtois.
No habían pasdo ni tres minutos y el Barcelona ya controlaba el choque. Pero el Chelsea no se vino abajo. No se sabe si por ese gol, que ya no les permitía estar atrás, o porque así lo tenían decidido de salida, los ingleses comenzaron a arrinconar a un Barcelona que se defendió como pudo.
Intermitente Hazard, Willian se convirtió en el maestro de ceremonias de un Chelsea que lo intentó de todas formas. Centro aquí del brasileño, pase de la muerte allá... Pero la estrella 'blue' siempre se encontraba con un pulpo azulgrana. Unas veces Piqué. Otras Umtiti. La zaga 'culé' se multiplicaba para frenar las acometidas de un Chelsea que cada vez parecía más cerca del empate.
Pero el fútbol es caprichoso y quien iba a encontrarse con el segundo tanto era el Barcelona. Otra vez Messi, esta vez para regalarle el tanto a Dembélé. El argentino se encontró con un balón en el centro del campo que otros hubieran pausado y conservado, pero que él transformó en asistencia tras dos autopases a Christensen y Azpilicueta. Dembélé, que llegaba solo por la banda derecha, controló y la puso en la escuadra.
El Barcelona dominaba por 2-0 con un planteamiento similar al usado por el Chelsea en la ida. Si entonces Willian se topó con los palos, esta vez Messi y Dembélé tradujeron en ventaja dos de las escasas llegadas de los azulgranas en la primera mitad.
El segundo tanto tampoco desanimaría al Chelsea. Los de Conte se sabían dentro de la eliminatoria con un gol y todavía dispondrían de una gran oportunidad para meterse en el choque antes del descanso. Fue en una acción a balón parado, que Marcos Alonso estrelló en el palo con Ter Stegen prácticamente batido.
El Chelsea, a por todas.
El paso por los vestuarios terminó de envalentonar a los ingleses, al tiempo que Valverde tiró un poco más atrás de la manta en el Barcelona. Los 'blues' metieron en su área a los 'culés', pero este Barcelona es de otra pasta y las ayudas se multiplicaron. Y cuando no aparecían Piqué o Umtiti ante Marcos Alonso llegaban desde atrás Dembélé o Iniesta para echar un cable.
Al manchego, algo renqueante de su lesión, la gasolina se le acabó a una media hora del final. La entrada de Paulinho, como casi siempre, le vino muy bien al Barcelona, que ganó un pulmón enorme en el centro del campo. El segundo cambio, de André Gomes por Dembélé, terminó de instalar el modo festivo en la grada.
En plena ovación al luso llegaría el tercero, generado por un nuevo error defensivo del Chelsea y materializado por la varita de Messi. Luis Suárez condujo, Christensen dudó... y Messi volvió a encontrar el camino al gol de la forma más artística, por debajo de las piernas de un abatido Courtois.
A la tercera, el Chelsea de los fuegos de artificio quedó herido de muerte. Y el partido, también. El Barça guardó la ropa entonces y celebró una nueva clasificación a cuartos de Champions, la undécima consecutiva. Toda una quimera para otros, pero tu día a día si juegas con el rey.