A 90 minutos de 'La Decimotercera' está el Madrid después de sudar sangre para eliminar a un Bayern tan magullado como orgulloso, quien a punto estuvo de firmar toda una heroicidad en el Santiago Bernabéu. En la bota de Müller, en el último segundo, estuvo la de Sergi Roberto en aquel 6-1. El alemán no acertó a darle a la bola en esta ocasión.
El de siempre pasó a la final como siempre. El de siempre porque no hay equipo que haya triunfado más en esta competición que el Real Madrid. No hay club que la entienda mejor, no existe en el fútbol un idilio similar al que los de blanco tienen con la llamada 'Orejona'. Como siempre, porque supo sufrir, marcar en momentos precisos, porque contó con decisiones controvertidas a favor.
"El Real Madrid ha entrado en una espiral demoníaca y ya no sabe cómo hacer para no ganar partidos de Copa de Europa". La frase la firma Luis María Valero, periodista y escritor del impagable 'Sed en La Condomina'. No hay mejor resumen a lo que le ocurre al Madrid con la mejor competición de Europa, un matrimonio que disfruta una segunda juventud dorada: tres finales seguidas, la cuarta en los últimos cinco años.
Heynckes, en la previa del encuentro, soltó un sibilino "para ganar la Champions hay que tener talento y los árbitros adecuados". Otra frase directa y reveladora que puede explicar perfectamente la clasificación blanca: el Madrid contó con un buen Benzema, un estelar Marcelo, un resbalón de Ulreich que le impedirá dormir varias noches y un Çakir que no vio ni penalti a Lewandowski ni de Marcelo por mano.
Pudo ser el partido de la vida de James Rodríguez, quien dirigió las mejores acometidas del conjunto bávaro. El colombiano pidió perdón al estadio que pudo detonar con su gol. La machada del Bayern quedó incompleta pese al bombardeo hasta el último segundo. Se topó con la capacidad de sufrimiento del Madrid y un Keylor Navas que le dijo a sus críticos "aquí estoy yo".
Golpeó Kimmich, respondió Benzema
El Bayern, como en la ida, entendió que sólo podía hacer daño al Madrid con un plan primigenio pero efectivo: distribuir a banda, central al área. Lewandowski, fantasmal, apenas olió una, pero Müller fue una atalaya y Tolisso, James y Thiago, desde segunda línea, buenos escuderos.
Kimmich, tras un despeje defectuoso de Ramos, abrió fuego nada más empezar el choque, pero no tardó en responder el Madrid como suele, por medio de las botas de Marcelo: jugada y servicio del brasileño y gol de Benzema, solo en el segundo palo. No podían pasar más cosas en apenas una docena de minutos.
En la primera parte el partido fue un correcalles y terminó siendo un asedio sobre la portería del Madrid. James pudo marcar antes, pero la envió a las nubes estando debajo del palo. Cristiano, actuación menor la suya, se enredó siempre entre Sülle y Hummels. Ramos, Tolisso y Lewandowski tuvieron las últimas hasta el descanso.
La segunda mitad empezó como nadie podía imaginar jamás: cesión de Tolisso a Ulreich, resbalón del portero y Benzema puso el 2-1. Solo. A placer. Un gol tras otro regalo del Bayern, desacertado también en el primer tanto del francés por la pésima marca de Alaba.
Respuesta con grandeza
El gol no espoleó al Madrid, que prefirió aguardar al golpe definitivo en forma de contragolpe. Lo que llegó fue el tanto de James. Respondió con grandeza y personalidad el Bayern, quien se presentó con múltiples bajas al Bernabéu y no pudo disfrutar tampoco de una gran versión de Lewandowski. Aun así, lo buscó y rozó la gloria con los dedos.
Con un Alaba convertido en extremo y Kimmich en llegador, el Bayern volcó la mayor parte de sus ataques por la izquierda. Rompió la piñata James. El colombiano, en segunda jugada, convirtió en gol un rebote al cuerpo.
El empate y los últimos minutos diferenciaron a los buenos de los decisivos. Keylor Navas, habitualmente discutido, se puso la capa para evitar el tanto del Bayern hasta en tres ocasiones después del tanto de James. Inconmensurable junto a sus centrales.
Con Asensio desfondado y Cristiano perdido, Zidane metió a Casemiro y el plan fue a sufrir hasta que Çakir pitara el final del encuentro. Ni siquiera hubo lugar al gol redentor de CR7, obligado el Madrid a vivir parapetado alrededor de su portero. Mérito del Bayern, quien en el añadido pudo marcar gracias a Hummels, Lewandowski y Müller, pero uno la echó fuera, el segundo no pudo rematar porque Varane despejó y el tercero no llegó.
Sufrió a mares el Madrid, nuevo finalista de su competición predilecta. Se va con la cabeza alta el Bayern, quien no evidenció en esta ocasión el complejo del que habló hace días Beckenbauer. Un grandioso equipo se topó con el de siempre, que ganó como siempre.