Dijo Iniesta que el 30 de abril comunicaría su decisión sobre su futuro. En Barcelona dan por hecho que se va, que terminará un ciclo absolutamente maravilloso. Si confirma su marcha, lo hará tras una actuación sensacional ante el Sevilla.
Como en las grandes noches, Iniesta se puso el frac de Fred Astaire y danzó por el verde del Wanda Metropolitano. Wanda, precisamente el nombre de uno de los grandes grupos chinos que le seducen. Qué coincidencias tiene el fútbol a veces.
En 10 días, teóricamente, dirá qué hace. En 20 cumplirá 34 años. Iniesta ya no es el centrocampista que patinaba sobre los terrenos de juego, cuerpo estirado, zancada larga. Pero conserva el fútbol en su mente y de vez en cuando sus pilas le dan para noche scomo ésta.
Iniesta se enseñoreó en el Wanda Metropolitano. Marcó el ritmo del encuentro, telegrafió el balón, encontró todas las grietas del Sevilla y fue punto de partida de varias de las jugadas que acabaron en gol del Barça.
Pegó un balón a la cruceta y coronó su sublime actuación con un gol marca Don Andrés: casi sin moverse, sin tocar la pelota, Soria al suelo y gol. Puro Iniesta.
Ernesto Valverde le retiró en el 87' para que recibiese el apoyo de su afición. Le aplaudieron todos, hasta los derrotados sevillistas. Todo el estadio en pie. Un reconocimiento que se ha dado a lo largo de su carrera. No pudo evitar las lágrimas.
Porque Iniesta es eterno. Una leyenda que va más allá del FC Barcelona. Patrimonio del fútbol y la humanidad. Iniesta lo ha ganado todo pero no tiene ningún Balón de Oro. La pena no es para Iniesta, sino para el Balón de Oro, que no le tiene a él.