No todo son sonrisas bajo el éxito de Willian. El brillo de los focos y la dulce miel de los elogios de todo un país por mantener al Chelsea vivo en Europa contrasta con el amargor de su vida en los últimos años por la desgarradora muerte de su madre.
Sus inicios, como los de la mayoría de jugadores brasileños, no fueron fáciles, aunque tampoco se puede decir que Willian viviera un tormento en su juventud. Irrumpió en el mundo de la pelota muy pequeño. Apenas habiendo cumplido los 10 años, ya estaba en la cantera de Corinthians, uno de los grandes equipos de Brasil. Sin altibajos, su carrera siempre fue en ascenso.
De la mano de la mayoría de edad dio el salto a Europa, lo que le supuso una oportunidad genial, tanto económica como deportivamente hablando, para avanzar. Se marchó al Shakhtar Donetsk, donde coincidió con compatriotas de la talla de Luiz Adriano y Fernandinho para levantar la Copa de la UEFA en 2009 ante el Werder Bremen.
Llegó el momento de decirle adiós al Shakthar y poner rumbo al Anzhi ruso en enero de 2013. El cambio supuso una mejora económica y tampoco le privó de que el Chelsea apostara por él sólamente seis meses después. 35 millones para vestir de 'blue' a una de las grandes perlas brasileñas. A un jugador con características idónes para brillar en Inglaterra.
En Stamford Bridge vivió lo mejor de su carrera y lo peor de su vida. Los mismos ojos que vieron dos trofeos de Premier League y una Copa de la Liga en sus manos y contemplaron desde 2014 a 2016 cómo su madre María José perdía la batalla con un tumor cerebral, ahora miran al cielo cada vez que celebra un gol.
Fueron dos años de sufrimiento. De viajes a Brasil en días de descanso para estar con ella. Y todo esto le pasó factura. La montaña rusa en la que vivía se veía sobre el campo. Las actuaciones estelares eran tan comunes como los días en los que casi ni se le veía por el campo. Pero ahora, cuando todo se ha convertido en un amargo recuerdo, Willian ha usado todo su dolor para forjarse una armadura.
Si bien no es titular indiscutible para Conte, sí que es un jugador que siempre está ahí. Sólo se ha perdido tres de los 44 partidos del Chelsea en el presente curso (11 goles y 10 asistencias). No es indiscutible, pero sí indispensable... y seguirá batallando para continuar siéndolo, porque Willian con su armadura, ya sabe bien cómo luchar.