El fútbol tiende a menospreciar la figura del portero porque los goles son la salsa de este deporte, que castiga ferozmente los errores del guardameta y olvida con facilidad las tramadas del resto. En ese mundo desigual, la imagen de Oblak se eleva contra todo y contra todos. En el Bernabéu firmó otro partido colosal para mantener la racha de siete años sin perder en Liga en Chamartín. Simeone es kryptonita en territorio blanco, menos cuando el escenario se viste de Europa, ahí los blancos son pesadilla.
Los focos, como siempre, apuntaban a Cristiano y Griezmann. Sin duda, los mejores de uno y otro equipo, y los autores de los goles en un partido más entretenido que intenso. Faltó la chispa que da jugarse algo más. Ambos piensan en Europa y el empate era un mal menor que no enturbia el ambiente en la búsqueda del verdadero objetivo del curso para cada club.
En ese contexto, la hostilidad fue inferior a la de otras veces, el Atlético menos precavido, el Madrid algo menos incisivo. Una especie de guerra fría que ambos querían ganar pero que ninguno quería perder. Y apenas quedó todo en el '7'. Cristiano saltó al campo en persecución de Messi y no tardó en tener la primera ante Oblak, ese gigante que siempre le lleva al límite. Lo volvió a hacer, pero el portugués está de dulce y rompió en el desmarque a Lucas para batir al esloveno con un disparo cruzado y de primeras.
Otra vez Cristiano, otra vez Griezmann... siete veces Oblak
El cántaro se rompió en la segunda mitad porque en la primera entre el guardameta del Atlético y el larguero evitaron males mayores para los de Simeone, que tardaron demasiado en cogerle el pulso al encuentro. Vitolo fue de lo más destacado hasta el descanso, sin contar la exhibición de Oblak que, como no, tuvo también buena respuesta en Keylor.
El costarricense sacó un par de manos muy buenas a Koke y Costa para salvar a los suyos. No pudo salvar la de Griezmann porque Vitolo se inventó un pase magnífico tras la combinación previa con el francés. Respondía el Atlético así al zarpazo de Cristiano y equilibraba un partido que encaraba la última media hora con un conato de intercambio de golpes.
Zidane vio el correcalles y apostó por sacar a Cristiano de la pelea. No había necesidad de forzar, el objetivo es la Champions y el equipo no puede depender exclusivamente del '7'. Precaución y examen para ese tramo final. El cambio descolocó un poco a los suyos y el Atlético aprovechó para dar un paso al frente. Tuvo varias para voltear el marcador, pero Correa tiene días en los que desespera al paciente Job, y ayer fue uno de esos días. Se le pasó el balón por delante cuando sólo tenía que empujar. Simeone no lo creía...
Y de ese fallo, a la batería ofensiva del Madrid en el tramo final. Con Marcelo destilando calidad en cada pase, desborde o centro, el equipo de Zidane acarició la victoria. Entraron Isco y Modric, salió Thomas y Torres vió terminar el que pudo ser su último derbi en el banquillo. El malagueño ayudó a meter del todo atrás a un Atlético que achicaba y se temía el 2-1.
Lo tuvo Ramos en una falta, pero Oblak volvió a volar para sacarla de la misma escuadra. Impresionante el paradón para evitar que el fantasma del camero se reprodujera hasta el infinito con otro gol decisivo en el añadido. Lo del portero esloveno es digno de mención permanente, porque no para de batir registros y es uno de esos héroes que no llevan capa pero siempre salvan puntos. Al final quiso más el Madrid, pero el empate fue un mal menor ante el sueño de la Champions. Lo mismo que el Atlético con la Europa League, aunque con el premio extra de acumular ya siete años sin perder en Liga en el Bernabéu y de sacar codos para lograr el subcampeonato.