Gareth Bale había estado demasiado ausente esta temporada, pero el inicio de 2018 traía la esperanzas de que ya se encontraba a tope físicamente y con confianza para recuperar el tiempo perdido. Estos momentos, los de la verdad, debían ser suyos. Pero ahora está en pleno gatillazo.
No jugar de inicio contra el Paris Saint Germain no entraba en las quinielas de mucha gente, seguramente tampoco del propio galés. Porque había seguido una especie de pretemporada invernal llamada a ir dándole minutos y protagonismo de cara a llegar fino a ese choque. Pero Zidane prefirió a Isco y no termina de mostrarle confianza plena.
Puede que ese jarro de agua fría fuera el motivo de que se le viera tan indolente y poco participativo en el Benito Villamarín, donde el Madrid se encontró múltiples oportunidades para marcar. De los cinco goles, en ninguno de ellos participó. Una decepción.
Llegó a tener una ocasión clara solo ante Adán, quien detuvo su tiro enviándolo a córner. Precisamente, ahí se pudo ver una cara poco habitual en el galés, que protestó el saque de esquina de manera muy vehemente (iban ya 2-4) y se ganó una tarjeta por ello.
A dos semanas para confirmar en París el pase a los cuartos de final, Bale dispondrá de nuevas reválidas para hacerse acreedor a la titularidad en el Parque de los Príncipes. Pero su disposición ahora mismo no es la mejor, menos aún cuando entra en muchas quinielas de futbolistas que pueden abandonar el plantel este mismo verano.