Llevaba semanas sonando el despertador en Riazor y el Dépor no hacía más que posponerlo. Otra jornada más. Otra jornada más. Y otra. Hasta que ha llegado el momento de despertar. Abrir los ojos y lavarse la cara para soñar despierto y poder luchar por un objetivo, la salvación, que si bien es muy complicado, sigue siendo posible tras la victoria de este sábado.
Se acabó la procrastinación para un equipo que quiere en las últimas semanas hacer todo lo que ha ido aplazando desde agosto. Llevaba casi tres años sin sumar seis puntos en dos partidos consecutivos y el partido en San Mamés ha sido una declaración de intenciones. Hay limitación en una plantilla que no ha tenido tiempo de adaptarse al sistema de Seedorf por las prisas y la urgencia, pero hay más ganas de luchar.
Y ese hambre, ese querer invocar al espíritu de un histórico venido a menos y esas ganas de dar el golpe en la mesa se notaron desde el primer pitido González González. Tanto que antes del primer cuarto de hora, el marcador mostraba un 0-2, los jugadores del Athletic hacían lo propio con caras desencajadas y tímidos pitos retumbaban en un triste pero siempre imponente San Mamés.
Las ganas de Adrián pillaron a la defensa local desprevenida. Primero fue de cabeza y luego con un remate desde el punto de penalti. Ambas jugadas tuvieron en común que empezaron por alto y que el Athletic no supo defenderlas, mostrando cierto grado de pasividad a la par que descolocación.
Locura desde vestuarios
La primera mitad sólo dejó los goles. La emoción se quedó para la segunda. Con el cambio de campo se vivió el mismo tipo de partido, en el que casi hubo los mismos tiros a puerta que goles, pero se empezó a animar el Athletic sacando petróleo del mayor defecto deportivista, la defensa por alto.
Llegó así el primer gol, a balón parado. Sólo intervinieron en él Beñat, que puso el centro desde la esquina derecha, y Raúl García. La defensa visitante pudo haberse subido a la grada para ver la jugada con mejor ángulo. Nadie se movió y el centrocampista remató solo. Totalmente a placer.
Dos minutos más tarde, González González le privó del doblete al invalidar otro cabezazo que besó las redes por un supuesto empujón algo riguroso. San Mamés se vino arriba y tan pronto contagió a los suyos de ánimo, les hizo venirse abajo con el gol de Borja Valle en el 52'. El 1-3 se veía casi insalvable.
Fallo de organización y 'factor Muniain'
Pero no contaban los 'leones' con el desacierto de Seedorf a la hora de hacer los cambios (quitó a Çolak, el mejor del partido, para meter a Fede Valverde), ni tampoco preveían que el 'factor Munian' tendría tanto éxito. El 'Diablo de la Txantrea' volvió a pisar el césped de San Mamés tras recuperarse de la lesión y revolucionó al Athletic.
Fue así como llegó el segundo tanto bilbaino. Susaeta, con un golpeo cerrado de córner, anotó un gol olímpico que pudo evitar la defensa deportivista y la mala colocación de Rubén. Los últimos minutos fueron de acoso y derribo por parte local, pero Rubén, que no había trabajado durante todo el partido, cuajó unos últimos minutos tremendos al privar de dos goles casi cantados a Raúl García e Iñigo Martínez.
Los tres puntos dejan al Dépor a cinco del Levante, que juega este domingo contra el Atlético en el Wanda Metropolitano, pero lo importante es que el equipo de Seedorf, pese a sus limitaciones, ya ha dado el golpe en la mesa. Están despiertos. No quieren seguir aplazando la alarma. La salvación está enfrente y es hora de dejarse la piel.