El Madrid ha perdido colmillo. El Bernabéu ya no infunde miedo. Muchos han metido ficha este año. Y no se atisba un final. Aunque el encuentro fuera de fogueo, no hay partido sin consecuencias en la 'Casa Blanca'. Los blancos solo han ganado uno de sus últimos cuatro partidos. El Numancia clonó al Fuenlabrada y se llevó el mismo resultado y los mismos aplausos. Los de Zidane siguen en el diván.
Hay modos de escapar del tedio. La magia es uno de los remedios infalibles. Y de eso sabe un rato Dani Ceballos. No hizo falta exhibición, con unos cuantos trucos bastó para pintar algo de color a un choque monocromo. La factura de la eliminatoria lleva la firma de Lucas Vázquez, un doblete de penaltis en Soria, uno de goles en Madrid; los guiños fueron para el utrerano. Y esa sinopsis habría quedado muy bien de no ser porque el Numancia pasó de actor secundario a protagonista. Su ambición fue una bofetada al pasotismo blanco.
Quien porta la camiseta del Real Madrid no tiene días libres. Daba igual el 0-3 de la ida, siempre hay algo que reivindicar. Ceballos, Lucas Vázquez y Asensio se aprendieron el guion y lo ejecutaron. Aunque el Madrid carburó tarde, se agradecieron sus chispazos diésel e intermitentes.
El panorama iba a ser otro. Sobre todo cuando Carvajal, el único titular en el once, no centró, pintó un puente al área para que Lucas Vázquez picara a gol. El gallego es un robot de lujo para Zidane. Poco le importan el escenario y el rival; raramente hace algo mal o toma decisiones erróneas. No está siendo su año de mayor protagonismo, pero quién le discute su entrega y producción.
Gol engañoso
La lata se abrió pronto, y eso en el Bernabéu es sinónimo de fiesta, pese a que no sean días de vino y rosas. Asensio intentó comandar, aunque sin el cañón de otros días. El Numancia, guiado con ese chip de quien afronta un día festivo, quiso su momento de gloria y lo tuvo. Al borde del descanso, entre Dani Mateo y Marc Mateu electrificaron un ataque. Pim, pam y el pum lo firmó Guillermo, que apenas llevaba un rato en el campo tras la lesión de Higinio.
Con eso pareció saciado el cuadro de Arrasate, que tampoco apretó mucho por mantener o ampliar la sorpresa. Fue un rival digno, especialmente en la ida, pero el 1-1 encasquilló su ambición.
No obstante, hacía falta maquillaje y vergüenza torera para que el Madrid no viviese un déjà vu copero. Borja Mayoral, voluntarioso pero también sufriendo ese mal del '9' que azota por el Bernabéu, intentó liderar. Pero la varita, como contábamos, estaba en manos de Lucas Vázquez. Él recogió la asistencia de Dani Ceballos después de que Vallejo saliera de la cueva y encontrara una autopista.
Como en la primera mitad, el tanto invitaba a la goleada. Y aunque entró Isco, el Real Madrid se fue templando, un escenario que aprovechó el Numancia en busca de una piñata. Guillermo, hiperactivo, la tiró a lo grande. Con un clínic de cómo se cabecea. El centro fue precioso, pero los flashes saltaron con el giro de cuello del atacante vasco.
El Bernabéu se enfado y pitó. El Numancia lo disfrutó y no renunció al tercero. No llegó. Pero ahí queda otro bonito episodio copero para los sorianos. El Real Madrid llega a cuartos de final. El asunto es cómo llega.