Paulo Dybala es el jugador franquicia de la Juventus. A sus 23 años, ha asumido los galones de líder en uno de los equipos más grandes de Italia y de Europa. Ese '10' pesa unas cuantas toneladas más que el de cualquier otra camiseta, pero al argentino no le tembló el pulso.
Aumentaron la presión y la exigencia sobre él, sobre todo en los partidos grandes en los que tenía que marcar la diferencia. Pero Dybala nunca terminó de descollar en esos encuentros. Se convirtió en un primer espada espectacular en el 80% de los partidos del año, pero en la hora de la verdad, pinchaba en hueso.
Dybala desaparecía, consumido por el escenario, por la falta de experiencia o por un motivo desconocido que frena al argentino ante los grandes equipos. De hecho, de los 11 encuentros que la Juventus ha disputado ante rivales de una entidad igual o superior a la suya, el mediapunta sólo ha marcado o asistido en tres de ellos (Bayern en la fase de grupos del pasado año, Nápoles en la pasada Liga y Barcelona en cuartos del curso anterior), firmando actuaciones bastante flojas en el resto.
La pasada final de Champions fue otro de los momentos clave en el que debió dar un paso al frente y acabó pasando totalmente desapercibido. Un lastre que viene persiguiendo a Dybala desde el final de la pasada temporada. Los dos penaltis que ha fallado en este inicio de curso y que le han terminado costando puntos a su equipo no han ayudado a mejorar la situación.
Son muchos los que empiezan a señalar a Dybala, al que no ven como un gran líder para la Juventus y empiezan a vislumbrar una futura venta para reorganizarse en torno a otro futbolista.
De 11 partidos ante rivales top que ha disputado con la Juventus, sólo ha sido decisivo en tres. Mucho por mejorar el argentino pic.twitter.com/Qt283zznxz
— Manuel Gutiérrez (@manugut) October 19, 2017