Ni el más soñador de Leganés podría pensar, hace poco más de un año, que su equipo, un año después de subir, pondría los pies en puestos europeos habiéndose cumplido un cuarto de la temporada. Pero el fútbol es así y la humildad del Leganés le ha convertido, en este inicio de temporada, en uno de los grandes.
Enfrente, el Leganés se encontró con una realidad bastante distinta. A perro flaco, todo son pulgas. El Athletic se plantó en Madrid con una victoria en sus últimos cinco partidos y sumó una nueva decepción a su casillero en una semana complicada en la que dijo casi adiós a Europa.
La primera parte tuvo más apatía que ocasiones. Poca historia que contar salvo dos disparos a las nubes cuando se rozaba el descanso y un tímido intento de Pires desde fuera. Pero, sin ventaja en el marcador, el Leganés se veía por encima y en el segundo acto se aprovechó de ello.
De Williams a Beavue
Lo más intenso del partido sucedió en un margen de siete minutos. Williams, nada más salir de vestuarios, rozó un 0-1 que sólo pudo evitar Cuéllar con un paradón. Y poco corrió el cronómetro hasta que Beauvue, trazando una contra genial él solo, se plantó en la frontal y fusiló a Kepa por el centro.
A partir de ahí, el Leganés comenzó a gustarse y a buscar la sentencia. Casi lo consiguió Amrabat a un cuarto de hora del final, pero el partido tuvo emoción hasta que el árbitro señaló la conclusión de los 90 minutos. Los tres puntos se quedaron en casa para que el Leganés, que ya es quinto, sueñe con Europa.