Lo primero que hay que tener en cuenta es que la distancia media recorrida por un futbolista en un partido es de unos 10 km. Esta distancia varía en función de varios factores: resultado, táctica, equipo rival, nivel de jugadores, etc. El 35 % de esta distancia se recoore a intensidad baja (andar o marcha), el 35% a intensidad media (carrera lenta), un 20% a intensidad submáxima (carrera intensa), y el 10% restantea intensidad máxima (sprint).
Los jugadores invierten la mayor parte del tiempo en niveles de intensidad bajas, períodos de inactividad y niveles de intensidades media. Emplean en estas intensidades entre 79´ y 84´ de los 90´ que dura un partido. Del tiempo restante los futbolistas emplean 4´ a intensidades submáximas, y a intensidades máximas el tiempo varía entre 2' y 30", y 4' y 30".
El sprint es el elemento más importante del juego. Los esfuerzos a máxima intensidad comprenden una duración de entre 2' y 6', y la distancia recorrida puede variar desde 5 metros hasta 30 metros. Aproximadamente el 70% de este tipo de esfuerzos cubren distancias de 15 metros o menos. Y este tipo de acciones tienen una frecuencia alta, se dan una media de 120 veces por partido.
Con estos datos ya se podría elaborar un plan específico de entrenamiento, donde se trabajaría la velocidad y la fuerza. Pero entonces todos los jugadores entrenarían igual, no se cumpliría el principio de individualización ni el de especificidad. Por tanto, los cuerpos técnicos diferencian los entrenamientos en función de las posiciones, puesto que no todos los jugadores realizan los mismos esfuerzos durante un partido.
Además, se compite como se entrena, por lo que conociendo los datos anteriormente citados, no tendría sentido realizar trabajo de velocidad sobre distancias de 100 metros cuando los esfuerzos máximos de un futbolistas cubren distancias entre 5 y 30 metros.